Daouda Thiam
“Soy inmigrante sin papeles y por ello no tengo
derecho a nada”
EL VIAJE
Daouda
tiene 25 años y es de Senegal, Dakar.
Allí vivía
con su padre y sus hermanos, su madre murió hace ocho años.
Tenía su
propio taller de ebanistería.
Cada vez sentía
más ganas de irse “Desde niño soñaba con viajar”
Si un
senegalés quiere viajar a Europa como turista necesita una cuenta bancaria con
al menos 10.000 € para conseguir un visado.
En 2006
Senegal alcanzó un acuerdo con el gobierno español para repatriar a un millar
de senegaleses y reforzar la vigilancia en las costas. Muchos jóvenes
entendieron que aquello dificultaba enormemente sus posibilidades para
instalarse en Europa, y concluyeron que deberían reaccionar con rapidez antes
de que la vigilancia policial aumentara.
“Mi padre no quería que yo me fuera. En aquella época varios vecinos
de mi calle murieron en una patera,
y los padres del barrio tenían aquello muy presente. Pero en 2007 el control
policial aumentó y yo me dije: Si no lo hago ahora puede que ya no pueda
hacerlo nunca”.
Daouda se
fue de casa diciendo que iba a comprar madera a la costa de Gambia, pero en
realidad se desplazó al sur de Senegal.
“Había muchos militares en esa área. Estuve semanas allí hasta que
encontré un modo de irme. Pagué mil euros para obtener un hueco en una patera.
Salí de allí en 15 de mayo de 2007. Viajábamos 96 personas, cuatro de ellas
menores de edad. Tardamos diez días en llegar a las costas españolas. Murieron tres personas en la travesía”.
Es una experiencia límite. Hay un antes y un después de la patera,
añade.
Los 93 supervivientes de la travesía llegaron a la Isla de Hierro el 25 de mayo de 2007.
Dos días después fueron trasladados por las autoridades a
Fuerteventura. Allí Daouda estuvo retenido 38 días en un centro de
internamiento para extranjeros, un CIE.
MADRID
“Después nos soltaron y a mí me trajeron en avión a Madrid, el propio
gobierno español nos trae y paga ese viaje, si lo hacen es porque no quieren
que nos acumulemos en la isla, o porque quizá sí que necesitan mano de obra
joven, no?”.
“En Madrid fui acogido por CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado), me
llevaron a un hostal para inmigrantes gestionado por la Cruz Roja”.
Este
hostal se llamaba Welcome. El Welcome es un lugar al que llegan hombres y mujeres aún
en estado de shock tras haber vivido experiencias traumáticas, tras haber
arriesgado al límite su vida, tras haber entregado todo su dinero para recibir
a cambio una orden de expulsión inmediata del país al que acaban de llegar.
Muchos de los que pasan por
allí terminan siendo deportados. Otros buscan alojamientos alternativos
mientras aguardan la respuesta oficial a su petición de asilo.
Daouda no estuvo allí mucho tiempo. Decidió aceptar la invitación de
su primo, con casa en Madrid. “Y me quedé seis meses en su casa, pero no podía
estar allí eternamente. Así que me apunté a clases de castellano en una
asociación, y empecé a vender en el top manta, la única alternativa que tenemos
los inmigrantes sin papeles”.
“Hasta que llegué a España no sabía que si no tienes papeles no puedes
trabajar. Nadie en Senegal sabía eso, yo creo”
SIN TRABAJO
Al poco tiempo la policía arrestó a Daouda mientras vendía cd´s. Ser mantero está tipificado como delito en
nuestro país. Quienes venden copias ilegales de cd´s o dvd´s se enfrentan a
penas de prisión y a multas. Además no pueden acogerse al arraigo social.
“Se considera arraigo
social al de las personas que llevan tres años en España -explica Daouda, que
se sabe al dedillo todas las leyes- pero quienes tienen causas pendientes
pueden llevar hasta siete años en el país y no tener papeles. Nos consideran
delincuentes.”
Ahora Daouda está en un piso de acogida de CEAR, donde podrá
permanecer seis meses. No trabaja, porque no tiene permiso para ello. La
organización le da de comer y le paga el bonometro.
“Es un círculo vicioso. Si no vendo, no tengo de qué vivir, pero si
vendo y me pillan me arriesgo a no conseguir nunca los papeles. Así que estoy
de brazos cruzados”.
LAS PERSONAS Y LOS PAPELES
“Tengo ganas de hacer muchas cosas, quiero trabajar como ebanista,
pero no puedo hacer nada por no tener papeles. No quiero perder el tiempo en mi vida y ahora lo estoy
perdiendo. Hay gente que piensa que por ser inmigrantes somos discapacitados,
que no somos normales, que no podemos hacer nada”
“Y yo lo que digo es que las personas son más importantes que los
papeles”
“Me duele no poder enviar nada a mi familia. Allí todos pensamos que
Europa es perfecta, que es un paraíso,
que si sabes un oficio te van a valorar. Es muy difícil explicar que no te
dejan trabajar, allí no se entiende.”
“Cuando llegué a España llamé desde un locutorio a mi padre para
explicarle dónde estaba, lo que había hecho. No se me olvida esa conversación.
Mi padre me contestó esto: “No hagas nada malo. Lleva tu dedicación allá donde estés.
Sé como eras en Senegal, no cambies, sigue siendo tú mismo.” Se pensaba que aquí me iba a convertir en rico, yo creo.
No le puedo contar mis dificultades, él piensa que aquí me va bien, yo tomé la
decisión de venir y tengo que asumir en soledad las consecuencias”.
Daouda es uno de los miembros fundadores de la Asociación sin papeles
de Madrid. Como todos sus integrantes, lleva un carné que dice así:
“El titular de esta tarjeta participa tanto de la actividad social
como asociativa de Madrid y tiene arraigo social. En caso de detención se ruega
a la autoridad competente que facilite que esta persona se ponga en contacto
con miembros de la asociación. Gracias por su colaboración”.
YA’PALANTE
Daouda es bilingüe, habla
francés y wolof, idioma que se usa en Senegal y Gambia. Además, domina el
castellano. Va a clases todas las semanas en la asociación y en breve
colaborará como profesor en el curso de iniciación.
“Yapalante”. Daouda dice
que es como “venga, pa adelante”. Una casualidad hermosa.
“Con solidaridad se avanza,
ese es mi lema. La gente olvida rápido. Ojalá que yo salga adelante y no
olvide, porque si lo olvido no tendré sentimientos para los demás. La gente que
no tiene nada es más generosa, tiene un sentido más desarrollado de la
colectividad, sabe compartir.
“Cuanta más riqueza hay, menos sentimientos. Hay gente a la que no le
importa si el vecino está sufriendo, y es porque no entienden qué es sufrir y
así nunca sabrán ayudar. Hay que saber actuar en colectividad, acercar a las
personas”.
“Cuando estoy solo en casa pienso en mi vida, en mi familia, en mi
futuro, a veces me siento muy solo aquí, pienso que nadie me quiere y no puedo
dormir, pero luego me acuerdo de que tengo amigos españoles que me apoyan, y
eso me da fuerza”.
MARÍA ASANZA
NURIA DEL REY